
"Alta ayuda para nosotras las madres, desde siempre y por siempre.
Con tecnología o sin tecnología si no hace falta."
Comentario de Alicia Z. L.
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Francisca Raquec atiende a Patricia, de 19 años, una paciente embarazada. Una acción vital para la población indígena de Guatemala
Hace más de veinte años que Francisca Raquec trae niños al mundo. Esta comadrona, como se conoce en Guatemala a las parteras rurales, vive y trabaja en la aldea El Llano, a 90 km de la capital, donde cumple una labor esencial: darles seguimiento prenatal a las mujeres embarazadas y atenderlas en sus casas durante el parto.
La comunidad deposita la confianza en ella, ya que pertenece a la misma etnia -kaqchiquel en este caso-, tiene las mismas costumbres y tradiciones, y habla la misma lengua. Eso no es poco en un país donde los indígenas, que son más del 50% de la población, son discriminados y maltratados en la red de servicios de salud oficial.
Francisca tiene 66 años, y comenzó de casualidad con este oficio ancestral. Fue en los años más duros del conflicto armado interno, que duró más de tres décadas y dejó un saldo de 250 mil víctimas, entre muertos y desaparecidos. Una noche, durante la celebración de una boda en su comunidad, ella y todos los invitados quedaron atrapados en medio de un enfrentamiento entre el ejército y la guerrilla. Protegidos en la humilde casa de adobe, una de las participantes, embarazada, comenzó a tener fuertes dolores prenatales. "Dios me animó", dice Francisca al recordar ese momento crucial en el que se ofreció a recibir una nueva vida sin ninguna experiencia ni instrumentos.
Texto: Rodrigo Abd
Fotos: AP/Rodrigo Abd
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"Nunca fui a la escuela. No sé leer ni escribir; sólo aprendí un poco de castellano por necesidad, cuando acompañaba a mi marido a la cosecha de algodón", cuenta Francisca.
Junto con otras compañeras, creó un consejo de comadronas y exige cursos de capacitación por parte del Estado, que ahora se ve en la necesidad de asimilar a estas parteras dentro de sus planes de gobierno. Ahora, 15 mil de ellas integrarán un programa nacional de capacitación para mejorar los índices de mortalidad materna, uno de los más altos del hemisferio.
Las comadronas, alrededor de 22 mil en todo Guatemala, atienden hoy alrededor del 50% de los partos. El 80% de ellas son analfabetas, y sólo algunas participan en jornadas de capacitación organizadas por el Estado o por distintas ONG.
Francisca vive sola (es viuda), y mientras lava, limpia, cocina y atiende a sus nietos, mantiene siempre preparado su bolsito, donde guarda unos pocos utensilios para las visitas a sus pacientes y para el día mismo del parto. Su celular está prendido todo el tiempo: a la primera llamada, sea la hora que sea, tiene que resolver el próximo nacimiento.
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